De la pobreza al Poder
Q195.00
Existió alguna vez en Guatemala una honorable dama con los ojos vendados, que sostenía una balanza en su mano izquierda y en su mano derecha una espada ceñida a su cuerpo; vestía con decoro una túnica blanca que le cubría los tobillos y con sus sandalias aplastaba la víbora de la injusticia. A esa bella y respetada dama, los abogados la conocimos y llamamos “JUSTICIA” y aprendimos a amarla y respetarla, tanto en las aulas universitarias, como en nuestro diario actuar en nuestros bufetes y en los tribunales de justicia. Pues resulta que esa dama, se quitó la túnica, la venda de los ojos, tiró por un carajo la balanza y se convirtió en una vil prostituta -con el perdón de quienes ejercen esa vieja profesión-. Esa cualquiera es constante y en forma gratuita reiteradamente violada y abusada por extranjeros y nacionales por igual. Se terminó literalmente tragando la serpiente que pisaba y a través de ella escupe el veneno de la injusticia a placer, protegiendo y negociando impunidad con los poderosos y destruyendo a quienes nos atrevimos a soñar y sacar la cabeza o a los que incomodan su agenda. La violan desde el más alto tribunal de “justicia”, hasta los “gatos” más insignificantes que tienen el privilegio de legislar o impartir justicia. Enarbolando como estandarte, en forma vergonzosa, la espantosa imagen de esa “justicia”torcida y cruel, éste libro narra la historia de un guatemalteco que Dios decidió naciera en los últimos círculos de pobreza de este pequeño país centroamericano, y quien basado en una lucha tesonera e incansable trabajó por más de cinco décadas, logrando metas académicas, financieras y empresariales tan notables, que motivaron que un día se convirtiera en un obstáculo y amenaza para los intereses de poderosos personajes, quienes haciendo uso de esa “prostituta” a placer, lograran la destrucción de la vida civil, moral y económica del autor. Usted se impactará al leer de lo que es capaz una estructura de poder, conformada por personas responsables de órganos encargados y obligados al “control” y aplicación de “justicia”; ellos con descaro y total impunidad hicieron exactamente lo contrario, ante la complacencia y aplauso de órganos internacionales de Derechos Humanos de la talla de la CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS -CIDH- y ORGANIZACIÓN DE NACIONES UNIDAS -ONU-
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